AUTOESTIMA

 



    La autoestima podría definirse como el conjunto de imágenes, sentimientos y rasgos que la persona reconoce o percibe como parte de sí misma. Tiene, por tanto, un componente evaluativo y emocional (me siento bien, me gusto o no me gusto, en qué no me gusto, ¿puedo cambiarlo? ... me acepto) que debemos trabajar.

    En este sentido, es importante que aprendamos a sentirnos bien, a gusto con nosotros mismos, valorando nuestros puntos fuertes-positivos y “aceptando” los débiles-negativos. Que aceptemos aquello que no nos gusta, no significa que carezcamos del afán de cambiar, más bien, la aceptación, es el primer paso hacia el cambio.

    La autoestima es el resultado de muchas variables: el rendimiento académico, la opinión que las personas significativas tengan sobre nosotros y nosotras, la valoración acerca de nuestro aspecto físico y habilidades para el deporte, nuestra actitud ante los errores y equivocaciones, nuestra competencia social y la habilidad para solucionar los conflictos interpersonales, etc. A partir de todos estos factores cada persona se forma una idea sobre sí misma, sobre su valía personal. Dependiendo de que esa valoración (balance entre lo que le gusta y no le gusta de su persona) sea positiva o no, hablaremos de una autoestima positiva, sana o una baja autoestima.

¿Cómo podemos fortalecer nuestra autoestima? En los adultos

1º Recordando que somos seres únicos y especiales, motivo importante para sentir satisfacción propia.

Aprendiendo a gustarnos. Podemos gustarles a otras personas: de nuestra familia, círculo de amistades, etc. y, sin embargo, no gustarnos a nosotros mismos o a nosotras mismas. Esto se debe a que muchas veces nos tenemos declarada la guerra, nos tratamos como a enemigos o enemigas y sólo nos fijamos en nuestros puntos débiles (ignorando o menospreciando los positivos), para cargar contra ellos. Esta manera de tratarnos nos hace sentirnos poca cosa, personas de poca valía. Merece la pena intentar cambiar. Para ello, debemos apuntar en la dirección contraria y convertirnos en nuestros mejores amigos o en nuestros mejores amigos, cambiar de “blanco” y tratar de dar en la diana de nuestros aspectos, rasgos y cualidades positivas, las que nos gustan.

Aceptándonos como somos; conviene que pensemos en las cosas que hacemos, decimos, sentimos, etc. que no nos gustan de nosotras mismas o de nosotros mismos, pero no las exageremos (sólo son una parte de nuestro todo, mirémoslas como algo natural en un ser humano). Los sentimientos de envidia, celos, rabia, ..., no son malos, son humanos. Del mismo modo, cuando cometamos errores o nos equivoquemos, no debemos castigarnos ni pensar que ya no valemos personas (bajamos puntos en nuestra autoestima). Por el contrario, podemos enfocarlos como una oportunidad de cambiar, aprender y una manera de mejorar.

    Esta forma de pensar requiere un esfuerzo y un aprendizaje; en ello estamos. Cuanto más nos apreciemos, mayor seguridad y confianza mostraremos en nuestras relaciones interpersonales, mejor resolveremos nuestros problemas, etc., y probablemente alcanzaremos mejores resultados en lo que nos propongamos. Estas consecuencias también alimentarán nuestra autoestima.







¿Y qué podemos hacer por los niños-as?

“La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras”

-Jean-Jacques Rousseau-


    Dada la importancia de fomentar la buena autoestima en los niños, a continuación, te proponemos una serie de consejos básicos que pueden ser de gran ayuda a todos los padres que estén tratando de reforzar el autoconcepto y felicidad de sus hijos.

1. Vigila la forma en la que hablas a tus hijos, tanto el tono como las palabras que utilizas. Algunas frases pueden resultar devastadoras para los más pequeños (pues invalidan sus emociones o les transmiten un mensaje negativo de forma inconsciente). Sin embargo, nuestro lenguaje también tiene el poder de empoderar a los niños  y hacerles sentir más fuertes y capaces.

2. Deja que tus hijos tengan responsabilidades y tareas y deja que ellos mismos se encarguen de ellas (aunque no hagan la cama tan bien como te gustaría ni recojan los juguetes a la perfección). Cuando los niños se sienten útiles y sienten la satisfacción del trabajo bien hecho, se valoran más. Además, es una buena forma de fomentar la autonomía desde la infancia.

3. Nunca compares a tus hijos entre ellos, ni con otros niños. El refrán popular dice que las comparaciones son odiosas... ¡y tiene toda la razón! Jamás podemos olvidar que cada niño tiene sus propias cualidades y ritmos. Por supuesto, las críticas o humillaciones en público también están contraindicadas.

4. Evita sobreproteger a los niños. En su lugar, deja que se enfrenten a los problemas que les surjan y dales las herramientas para que sepan solucionar los conflictos. Esto los puede llevar a cometer ciertos errores, pero pueden aprender mucho de las equivocaciones.

5. Ama a tu hijo y házselo saber; apoya a tu hijo y házselo saber; respeta a tu hijo y házselo saber. Para que los niños tengan una buena autoestima, deben crecer en un entorno cariñoso y seguro. En este contexto, los limites y las normas son esenciales, ya que aportan estabilidad y seguridad a los pequeños. Sin embargo, estos siempre deben establecerse desde la amabilidad, respeto y firmeza.  Por tanto se deben establecer unos límites claros y ser consistente con ellos. Firmeza.

6. Habla con los niños sobre las emociones y construye en casa un clima seguro y de diálogo que los anime a contar cómo se sienten. No tengas miedo en hacerles preguntas sobre qué sienten (incluso en qué parte del cuerpo sienten esa emoción). De esta forma, iremos sensibilizándoles y haciéndoles comprender que no tiene nada de malo hablar de nuestras emociones.

7. No le etiquetes como “torpe”, “malo”, “tonto”. Esto no ayuda para nada a crecer con una autoestima saludable. Cuando el niño haga algo mal hay muchas maneras de decírselo: no está bien que pegues a tus hermanos, no tienes que romper los juguetes o tenemos que trabajar bien las mates. Tampoco lo hagas como “listo” “bueno” o “inteligente”. El niño no comprenderá en qué se fundamenta que te refieras a él de esa forma. En su caso, puedes decirle: qué bien has hecho las tareas, qué bien has recogido o me encanta verte pintar. Es decir, juzga sus comportamientos, pero no al niño.

8. Valora el esfuerzo, no los resultados. No te centres en si ha sacado un sobresaliente o un aprobado, lo importante es que el niño haya sido constante y se haya esforzado, refuerza esto. Para fomentar la autoestima infantil es muy importante valorar su esfuerzo.

9. No exageres tus halagos y sé concreto. Es decir, dile lo que ha hecho bien y porqué te ha gustado para que el niño sepa lo que te agrada. Has recogido muy bien tus coches de juguete y los peluches es sustancialmente diferente a "Eres muy ordenado". Es importante que comentes con otras personas ante el niño sus logros y su esfuerzo, pues le hará sentir útil e importante.

10. Valida sus emociones. Si el niño llora es probable que se haya hecho daño, dale la importancia que tiene. Evita decirle: ¡No pasa nada! Sí que pasa, algo le hace sentir mal y es importante que le demos la relevancia pertinente. Y sobre todo reserva momentos para cada uno de los niños que tengas alrededor. Intenta buscar un espacio individual para cada uno, pues el hecho de ser importantes y protagonistas durante unos minutos o unas horas es muy reforzante para ellos. 


Os propongo ver el siguiente video, es muy explicativo de lo que acabamos de ver:







Bibliografia y webs:

Ni alta, ni baja, construye auténtica autoestima .Rubén Camacho.

Despertar el corazón: El arte de quererse bien . Sandra García Sánchez-Beato.

Los seis pilares de la autoestima .Nathaniel Branden.

El poder de la palabra .Louise Hay.

www.edupeques.com

www.psicologiaymente.com



Maria Dolores Abril Caballero
Maestra. Licenciada en Pedagogía. Doctora en Psicología por la Universidad de Murcia.